Sentado
en el sofá, en mis piernas el portátil, alrededor mi familia echando la siesta,
y allí me encontraba yo mirando embobado a la pantalla del ordenador. Me
acababa de enamorar, y no es que una chica de mi clase me acabara de proponer
que quedáramos, tampoco estaba viendo fotos de Jessica Alba en google, no, allí
estaba yo mirando cómo Gene Tierney (en su papel de Laura en la película con el
mismo nombre de Otto Preminger) contestaba a las preguntas de Dana Andrews.
Y
es que señores, no hay mujeres más bellas que las actrices clásicas. En ese
momento me sentía como si acabara de descubrir el océano Pacífico, una
sensación extraña, ya que sentía atracción hacia alguien que hoy en día
descansa en paz. Una sensación que seguro que ha experimentado todo aquel que
se ha dignado a dedicar parte de su tiempo a ver la obra de artistas del
pasado, un arte como el cine, que todo el mundo debería saber disfrutar, y
desde aquí mi ánimo a que lo hagan porque quién sabe, a lo mejor un día os
sucede algo parecido a lo que me ocurrió a mí el día que me enamoré de Laura.
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